El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el pasado 17 de marzo de 2011, la Resolución 1973 (2011), casualidad es que tenga el mismo numero que el del año de otra conocida guerra (Yom Kipur) que igualmente supuso una crisis petrolífera.
En dicha Resolución y a grandes rasgos, el Consejo de Seguridad, para asegurar la protección de los civiles, condena las violaciones de Derechos Humanos, desapariciones forzadas, torturas, etc, que pudieran ser constitutivos de delitos de lesa humanidad, exige «que se establezca de inmediato una cesación del fuego y se ponga
fin completamente a la violencia y a todos los ataques y abusos contra civiles (…) que las autoridades libias cumplan las obligaciones que les impone
el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario, las normas de derechos humanos y el derecho de los refugiados, y adopten todas las medidas necesarias para proteger a los civiles, satisfacer sus necesidades básicas y asegurar el tránsito rápido y sin trabas de la asistencia humanitaria» y por todo ello, autoriza «adopten todas las medidas necesarias, pese a lo dispuesto en el párrafo 9 de la resolución 1970 (2011), para proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles que estén bajo amenaza de ataque (…) aunque excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera de cualquier clase en cualquier parte del territorio libio» y decide «establecer una prohibición de todos los vuelos en el espacio aéreo de la Jamahiriya Árabe Libia a fin de ayudar a proteger a los civiles» y del mismo modo exhorta a los Estados Miembros a embargar armas y congelar determinados fondos y activos financiero (en especial de los altos cargos del régimen libio).
En definitiva, una bateria de medidas para reestablecer los derechos humanos y la libertad en la zona que, prontamente, se ha pasado a denominar como «Odisea del Amanecer».
Pero, ¿cómo acabará el conflicto armado? ¿quién sucederá al dictador al frente de un nuevo Gobierno? ¿Cuál será el próximo movimiento del dictador? (No-fly zone is being enforced but what is the endgame for Lybia?).
Ciertamente, una no intervención militar con fuerzas de tierra en suelo Libio puede llevar a que juguemos, una vez más (léase Irak o Afganistán), al gato y al ratón, y que lo que se pretende como una operación «relámpago» (Blitzkrieg) no lleve a una larga guerra civil libia de «guerra de guerrillas». Además, está el propio papel del líder libio, quien no tiene absolutamente nada que perder, por encontrarse contra las cuerdas contra toda la sociedad internacional, y por tanto, poder cometer las más atroces barbaridades imaginables contra su propia gente o contra la fuerza de ocupación extranjera, partiendo de no respetar por dos veces el propio alto el fuego que anunció, a emplear una posible «marcha verde» hacia Bengasi para infiltrar a sus mercenarios entre las filas rebeldes y un largo etcétera que por prudencia es mejor ni pensar.
Es muy cuestionable el papel asumido por la ONU en este conflicto, tanto por la tardanza en adoptar la propia Resolución, la pasividad ante otros conflictos similares que están acaeciendo en el mundo árabe (Yemen, Bahrein…) y de los cuales, hasta la fecha, no habido ningún pronunciamiento por parte del Consejo de Seguridad del Organismo Internacional, los intereses petrolíferos de los Estados Europeos en territorio Libio (principal país proveedor de crudo de nuestro continente), entre otros. También es muy cuestionable la actitud de los países europeos en este conflicto (cambio de la política bélica de España, activa participación francesa, requerimiento italiano de que el mando sea asumido por la OTAN) y de los EEUU (se ha anunciado que abandonarán el conflicto, o por lo menos el mando de éste, en cuestión de días), y así un sin fin de «peros» que este conflicto y la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas suscitan.
Dado mi desconocimiento del mundo de las relaciones diplomáticas, lo único que puedo esperar es que el conflicto finalice lo más pronto posible, con el menor derramamiento de sangre, se finalice con un régimen dictatorial, se protejan los Derechos Humanos y se imponga la libertad, la democracia y la seguridad en suelo Libio, no tanto por los intereses económicos que nuestro país tiene allí, sino por los civiles inocentes que se encuentran en desamparo ahora mismo. No obstante seguiré pendiente de este conflicto y su terminación.
Ramiro Losada Gómez